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jueves, 11 de marzo de 2010

Red Nacional de Cuido

Superada la expectativa sobre el equipo de trabajo que va a enfrentar el problema de la seguridad ciudadana, conviene poner en discusión otro asunto de gran importancia. A pesar de que en la reciente campaña electoral de la futura presidenta, doña Laura Chinchilla, tuvo una gran relevancia, como uno de sus ejes temáticos, lo cierto es que sobre la prometida red nacional de cuido, no se explicó mucho. Este es un asunto de gran contenido dentro de la política social, con efectos determinantes en la estructura familiar y de la colectividad como un todo. Por eso me interesa conocer los detalles de la forma en que se va a llevar adelante este programa.
Empiezo por preguntar cuál va a ser el enfoque dogmático, ya que en esta materia se encuentran dos posiciones: las que tratan de resolver el problema con acciones centradas en la familia o "familiaristas", haciendo descansar en ella las obligaciones del cuido, y las que se deciden por poner esa carga directamente en el Estado, por medio de guarderías, asilos, centros asistenciales, entre otros. El primero enfrenta el problema con una respuesta desde lo privado; la segunda, da una solución desde la sociedad. Cada una de esas respuestas tiene sus promotores y detractores. El modelo no familiarista es apoyado, sin duda, por los grupos feministas, ya que al liberar de la responsabilidad del cuido a la mujeres, quienes tradicionalmente son las que la asumen, les permiten dedicar su tiempo al trabajo, estudio o otras actividades para su desarrollo personal. La solución familiarista es mejor vista por los grupos conservadores. Confieso que, en este punto, debo sumarme a este último grupo. Soy parte de esa generación de mujeres a quienes les tocó abrir brecha en el mercado de trabajo, ingresando en él por necesidad de colaborar con el ingreso familiar, o bien por simple deseo de realización personal y profesional. Ello, sin embargo, tuvo un alto precio, como fue el tener que dejar a nuestros hijos, por entonces con apenas un mes de nacidos, al cuidado de otras personas. En mi caso tuve la enorme suerte de dejarlos en mejores manos que las mías: las de mi madre. Muchas mujeres de mi generación y de las actuales no han tenido la misma suerte y muchas veces he visto sus apuros cuando la empleada (permítaseme el término que no creo peyorativo) no llega a la casa a la hora debida o peor aún, cuando la cuidadora resulta ser más una agresora. Sin embargo, creo que ese gran logro generacional en el movimiento de liberación femenina trajo un enorme perjuicio a la sociedad, pues la labor formativa de los menores en el tema de los valores, y la atención esmerada en su desarrollo personal nunca podrá ser mejor ejercida que por la madre o un miembro de la familia. Mucho del deterioro social y de valores que hoy sufrimos ha sido consecuencia de ese hecho social. De modo que, cualquier política en esta materia que facilite a las madres disponer de tiempo para cuidar a sus hijos, al menos, hasta la edad preescolar, sería para mí lo óptimo. No obstante, el fortalecimiento de centros de atención para niños y ancianos, con las mejores condiciones de estructura y apoyo profesional, así como la promoción de guarderías en los centros de trabajo, serían también soluciones que mucho aportarían al renacer de los valores perdidos y a la calidad de vida de esos seres desvalidos. En todo caso, la segunda pregunta es obligada: de dónde se tomarán los recursos para cualquiera de esas acciones? Porque si se quiere hacer bien, son soluciones evidentemente costosas.